Sí, señores, la leyenda está de nuevo entre nosotros. Figuradamente hablando, al menos. Ford ha anunciado que tras una laaaarga espera de cuatro décadas, su mítico Boss 302 regresa a la acción, y con él, todo el fragor de las pony wars que en tiempos asolaron las carreteras de Estados Unidos.
Como bien indica el jefe de ingeniería del Mustang en la nota de prensa oficial, "Boss es una palabra santificada" en las oficinas del óvalo, y de ninguna forma la hubieran recuperado para la actual gama de no poder hacerle justicia. Esto se ha conseguido tomando el Mustang GT y convirtiéndolo en una máquina de carreras vestida de civil, arrancándole hasta 440 CV a sus 5,0 litros y sacando un máximo de 440 Nm mediante el uso de un nuevo colector de entrada y un árbol de levas retocado. La caja de cambios (manual y de seis marchas) y el embrague también han sido reforzados para la ocasión, la suspensión es ajustable, y sus frenos poseen una mordida considerablemente más potente que en el GT de serie.
El trabajo de aligerado ha conseguido restarle 5 kg en aislante acústico (imagina cómo ronca eso), y según Ford, le permitirá superar a monstruos como el BMW M3 en los circuitos de Nürburgring y Laguna Seca, algo que ya dicen haber conseguido en su fase de pruebas... y que terminará siendo objeto de debate e infinitos piques en YouTube.
Como el modelo de 1969, el Boss 302 se podrá adquirir con el techo en blanco o negro, dando un toque de personalización a una carrocería ya de por sí extremadamente vistosa. Los colores disponibles serán naranja, blanco, azul metálico, amarillo metálico y rojo.
Y aún hay más: para los que precisen sus dosis de testosterona por gotero en lugar de jeringuilla, Ford lanzará una edición limitada Laguna Seca con un chasis todavía más duro y un kit aerodinámico sacado del Ford Racing Boss 302R. Verlo aparecer en el retrovisor tiene que ser como sentirse perseguido por el tiranosaurio de Parque Jurásico: echate a un lado o sé triturado.
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