Como fin de fiesta a la producción del Lamborghini Murciélago, y mientras la fábrica se prepara contra el reloj para comenzar a fabricar "como rosquillas" el nuevo Aventador, un grupo de propietarios de Lambos de 12 cilindros en uve de todas las épocas decidieron hacer una visita a las instalaciones de Sant'Agata y conmemorar con ello la muerte del Murci.
El coche que lanzó a Lamborghini hacia el siglo XXI siempre será recordado como una gran bestia del asfalto, tal vez también como el primer Lambo verdaderamente fiable, pero sobre todo, por ser el último Lambo de la era pre-Audi "al uso", pues su germen ya había nacido antes de que la gente de Ingolstadt pasara a comandar a los chicos de Sant'Agata.
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