Jugar con los airbags es un pasatiempo como otro cualquiera (ya sabes, cuando el diablo se aburre mata moscas con el rabo), pero siempre hay que tener en cuenta la potencia de los explosivos utilizados para hinchar las bolsas de aire. Por eso, nuestro consejo es que si alguna vez cae uno de estos dispositivos en tus manos, no lo manipules a tontas y a locas, ni mucho menos, se te ocurra ponerlo en dirección al vértice de la entrepierna con una tabla de monopatín tratando de ¿amortiguar? la fuerza del estallido. Lo contrario, posiblemente, te conseguirá un merecidísimo premio Darwin por la vía express.
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