su Suzuki Hayabusa ha tenido que recibir una preparación aún más radical. Su motor 1.3 de cuatro cilindros en línea tiene ahora un turbo Garrett de mayores dimensiones, mayores refuerzos internos en pistones y bloque, un nuevo escape, suspensión Ohlins ajustable y diferente equipamiento electrónico de control.
Un detalle curioso es que esta moto no cuenta con un sistema de refrigeración, puede circular durante aproximadamente medio minuto a plena potencia antes de que el sistema se apague por sobrecalentamiento. En pos de la ligereza y por una pura necesidad aerodinámica, se ha carenado el chasis, pero no es una moto streamliner, el piloto aún va sufriendo el golpe del viento. Viento que es huracanado cuando esta moto desata toda la potencia de un motor para el que el adjetivo “apretado” se queda corto.
El pequeño bloque de 1.299 cc desarrolla una potencia aproximada de 1.000 CV y más de 650 Nm de par motor. Los neumáticos Continental viajan durante bastante tiempo a una velocidad para la que no están diseñados, una velocidad en la que el más mínimo error puede provocar una caída. Y una caída a 500 km/h no es de fácil supervivencia, por muy protegidos que vayamos. El propio Bill Warner comentaba tras la experiencia que la parte de aceleración no es lo complicado, es detenerse lo que verdaderamente cuesta.
Aunque la pista del aeródromo militar abandonado donde se ha batido el récord previo tiene casi 2.500 metros de largo, le han sobrado menos de 100 metros, con la moto derrapando, dando pequeños botes y agitándose en una frenada desde el medio millar de km/h. La moto no tiene paracaídas, por lo que tiene que confiar en sus discos de freno, que no parecen especialmente reforzados. Es posible que una velocidad superior sea posible, pero hará falta más pista… y más potencia. No creo que sea un problema para Bill Warner.
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