Recuerdo que con ocho años más o menos, fabricando un coche de radiocontrol casero con mi abuelo, ante mis pujantes ganas de colocarle suspensión multibrazo "como la de los coches buenos" (cosas de leer revistas), este me comentó que "antes de andar a colocar cosas de esas deberías considerar ponerle un diferencial".
Con ganas de saber más le pregunté qué era un diferencial, a lo que él me respondió con una de esas preguntas que se responden solas: Cuando tomas una curva ¿giran lo mismo las ruedas de dentro que las de fuera? Y allí fue cuando entendí por primera vez la locura de los diferenciales.
Estos dispositivos y sus derivados de bloqueo automático me han traído loco los últimos veinte años, y he llegado a contar con una obsesión total para que todos los coches que conduzco los acaben teniendo. Porque contar con un diferencial autoblocante, o de bloqueo proporcional (que no es lo mismo, aunque se le parece) hace que el comportamiento de un coche cambie radicalmente.
Para los "no demasiado metidos" en el tema, simplemente os diré que el autoblocante consigue que no se pierda potencia cuando una de las dos ruedas motrices se desliza, cogiendo esa potencia, ese par, mejor dicho, y enviándolo a la rueda contraria. De esta manera se puede aprovechar mucho mejor la potencia disponible, y conseguir mejor salida y entrada en las curvas.
De todos estos diferenciales autoblocantes, el TORSEN es uno de los que más nos gustan para coches de calle, aunque su limitación reside en que en cuanto una de las ruedas está en el aire completamente (par que es capaz de transmitir es igual a cero) se pierde la potencia por ahí. Pero para todo lo demás, su funcionamiento es mucho más delicado, ya que distribuyen el par de manera proporcional al grado de agarre diferencial entre ambas ruedas motrices.
¿Te preguntas cómo? Pues te traemos un vídeo que te va a sacar de dudas, y que hemos encontrado curiosa y casualmente por YouTube. Lo tienes tras el salto.
via es.autoblog.com
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