viernes, 22 de mayo de 2009

Mazda pasa del dicho al hecho: patenta un Wankel con inyección directa



A lo largo de los años he tenido el privilegio de tener en mi poder durante muchos kilómetros un Mazda de motor rotativo y conducir unos cuantos más. Los RX-7 sobrealimentados vuelven loco a cualquiera que le gusten los motores potentes que se estiren mucho, pero con unos buenos bajos. El Renesis del RX-8 supuso un cierto cambio. Sus estiradas hasta las 10.000 vueltas con ese zumbido tan característico y el pitido para avistarte que cambies de marcha lo convierten en algo adictivo, y unido a un chasis como pocos, hacen del RX-8 uno de los mejores deportivos para curvas que han pasado por mis manos.

Eso sí, tenía dos o tres problemas bastante graves, que a la postre, y si andas 40.000 o 50.000 kilometros al año te acaban complicando la existencia. Eliminar la sobrealimentación respecto al motor 13B del RX7 permitió incrementar la fiabildiad del propulsor, y reducir los consumos de aceite y gasolina, pero quitó muchos bajos a un motor ya de por sí carente de ellos.

Esto hacía que el RX-8 fuera (y siga siendo) un coche que, o lo llevas al régimen adecuado a cada situación, o puede dejarte vendido. Más te vale que la aguja del cuentavueltas central esté por encima de las seis mil vueltas si no quieres que un diésel de 90 caballos te deje atrás en un súbito acelerón.

En cierto modo esta faceta me recuerda al comportamiento de los motores puntiagudos de Honda, como el del S2000, pero incluso este estaba más lleno abajo.



El otro principal problema del Renesis seguía siendo el consumo. El 13B gastaba mucha gasolina, pero aunque el Renesis mejoraba esto, seguía muy lejos de ofrecer autonomías adecuadas. Es un motor que gasta mucho cuando corres, pero que también gasta demasiado cuando circulas tranquilo. Esto lo vi especialmente claro cuando empezaron a pasar por mis manos coches del grupo VAG con los motores TSI de dos litros. Coches que en prestaciones puras eran capaces de igualar y batir al RX-8, y que luego, cuando los conducías en plan rutero de autopista se conformaban con 7 u 8 litros cada 100 kilómetros.

Con un panorama en el que las emisiones y los consumos cada día son más controlados por las autoridades, y un precio de la gasolina que, una vez superemos la crisis, volverá a situarse sobre los 1,5 euros el litro (hablo en España, gasolina de 98, que es la que se debe poner en este tipo de aparatos), tener un Renesis bajo tu capó, comparándolo con ese motor VAG, puede suponerte 7,5€ cada cien kilómetros. ¡Eso son casi 2.000€ al año si andas 25.000 kilómetros con ese coche!



A estas alturas te parecerá bastante claro que, tras comprobar toda esta situación, uno se tenga que pensar si realmente merece la pena la sensación de un Wankel viendo que sale tan caro y que aún así tiene algunas pegas respecto a un motor convencional. Y yo, con el corazón en la mano he de decir que sí. Estos motores te dan algo, un feeling, un intangible que hace que te enamores de ellos. No se si es por el sonido, por cómo suben de vueltas, por cómo se estiran, por su funcionamiento sin vibraciones... Pero una vez que pruebas un Wankel, te enganchas, y va a ser difícil que en toda tu vida no quieras volver a tener uno entre tus manos.

Claro que, para poder seguir ofreciéndolos, Mazda (la única marca implicada en producir coches en gran serie con estos motores) tenía que dar una nueva vuelta de tuerca a su tecnología para poder solucionar muchos de los problemas para la próxima generación.

Y vaya que si lo está haciendo. Hace unos meses ya os adelantábamos las aspiraciones del fabricante por lanzar una gama de coches equipados con motor Wankel alimentado por hidrógeno. Incluso se llegó a especular que el próximo RX7 sería ofrecido exclusivamente preparado para funcionar con el ligero elemento.

Pero el uso del hidrógeno como combustible está todavía muy lejos de poder convertirse en una realidad cotidiana, así que mientras las infraestructuras crecen y se expanden (habrá que ver si llega a ocurrir esto algún día) la casa de Hiroshima trabaja en un motor para ofrecerlo de manera inminente en la nueva línea de RX-8 y un posible RX-7.

Anteriormente ha sabíamos por varios rumores que este sustituto del Renesis tendría algo más de cilindrada (1,6 litros en lugar de 1,3) y contaría con inyección directa, logrando una reducción de emisiones y consumos superior al 20%, con más de 270 CV saliendo de sus entrañas.

Lo mejor de todo es que estos rumores han dejado de ser tales, y se han convertido en una realidad tangible, al aparecer en la oficina de patentes de EEUU unos diagramas de Mazda en los que se explica clara y inequívocamente ¡un Wankel de inyección directa! Atención a la marca 15 del diagrama que encabeza esta noticia, porque ahí podemos ver claramente al inyector haciendo de las suyas.

El sistema de admisión y escape se conserva del Renesis, siendo de puertos laterales, en lugar de radiales (motivos de emisiones y consumos debido al overlaping obligaron a desestimar esta última solución en el paso del 13B al Renesis). Se conserva también el sistema de distribución variable, por lo que se puede entender en los documentos de la patente.

Se desconoce si este nuevo diseño incorporaría sobrealimentación, lo cual ayudaría todavía más a una mejora del par a bajas vueltas, que ya se verá incrementado por el simple hecho de contar con inyección directa.

Largo tiempo prometido, este nuevo motor podría ver la luz en un prototipo con forma casi de coche de producción tan pronto como a finales de año, con motivo del Salón de Tokio. ¿Aguantaremos hasta entonces sin comernos las uñas, los nudillos y finalmente los brazos? Yo no prometo nada.

Datos de la patente vía Autoblog Green]

tag via es.autoblog.com

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